Debe ser una experiencia extraña ir andando por el Sáhara y encontrarte con restos de peces, cocodrilos, tiburones, serpientes y otras especies marinas.
Está claro que esas pistas solo pueden apuntar a un hecho: en el actual desierto cálido más grande del mundo hubo agua como para albergar esta fauna. Los tuaregs, nómadas que viven en el Sáhara, siempre han tenido la certeza de que las dunas que hoy atraviesan no siempre estuvieron ahí, sino que el agua corría por aquellas tierras en tiempos remotos. Estos rumores fueron estudiados por investigadores en busca de evidencias científicas. ¿A qué conclusiones han llegado los estudios? Pues se ha demostrado que no solo hubo peces, sino que en el Sáhara vivieron algunas de las criaturas marinas más grandes de la prehistoria. En contraste con la enorme extensión de arena que es hoy el desierto del Sáhara, hace entre 50 y 100 millones de años era atravesado periódicamente por aguas cálidas y poco profundas. Conocida como la vía marítima transahariana (Trans-Saharan Seaway), su formación obedece a la elevación global del nivel del mar que vivió la Tierra tras la ruptura del supercontinente Gondwana a finales del Mesozoico. Se trataba de una vía fluvial que conectaba los actuales Golfo de Guinea con el Mar Mediterráneo. Su tamaño y cauce varió a lo largo del tiempo (como lo hacen todas las corrientes de agua), pero se estima que pudo cubrir 3.000 km² del continente africano y llegar a una profundidad de 50 metros. Este inmenso mar dejó extensos estratos sedimentarios, muy propicios para la fosilización. Numerosas especies extinguidas de vertebrados, invertebrados, plantas y microbios quedaron petrificadas para la posteridad, un valioso material que sirve a los paleontólogos para estudiar y reconstruir importantes acontecimientos en la historia de la Tierra como fueron la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno y el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno. Grandes mareas inundaron la mayoría de los continentes. Son fenómenos que han recibido una atención científica decente, pero se ha pasado por alto muchas veces la vía marítima transahariana. En parte por decisiones políticas, pero también por la dificultad que supone buscar restos fósiles en las cambiantes dunas bajo un calor difícil de soportar. “Me sorprendió la calidad y diversidad de los fósiles marinos que encontramos en el desierto del Sáhara”, dijo Leif Tapanila, profesor de Geociencias en la Universidad Estatal de Idaho. “Pocos paleontólogos habían trabajado en la región, dada su lejanía y las abrasadoras temperaturas de 50 grados”. Por suerte, un grupo de investigadores realizó un estudio con años de esfuerzo e investigación que les ha servido para contarnos cómo era y qué había en el Sáhara por aquel entonces. En 2019 publicaron una síntesis en el Boletín del Museo Americano de Historia Natural en la que recogen veinte años de trabajo. “La antigua vía marítima dejó depósitos de fosfato intrigantes y no clasificados anteriormente que, muy posiblemente, representan los lechos óseos de macrofósiles de vertebrados más extensos conocidos de cualquier lugar de la Tierra”, se declara en el estudio dirigido por Maureen O’Leary, profesora de Ciencias Anatómicas en la Universidad de Stony Brook (Estados Unidos). El estudio nos lleva a un viaje en el tiempo fascinante para conocer cómo de distinto era el ecosistema comparado con el actual de Mali. Las reconstrucciones paleoecológicas de la publicación científica hablan de bosques de hoja ancha siempre verdes y algunos de los manglares más antiguos que se hayan estudiado. La vía marítima transahariana contaba con algunos de los depredadores más grandes de sus clados. Entre ellos, especies prehistóricas de cocodrilos, serpientes y peces gigantes. De entre la fauna mencionada en el estudio, podemos destacar la Palaeophis colossaeus, una serpiente marina que podía medir los 30 o 40 metros de longitud. El Rhabdognathus aslerensis y el Cretalamna maroccana eran especies de cocodrilo y tiburón descomunales respectivamente. El tamaño espectacular de los restos fósiles hallados fue una de las grandes incógnitas a resolver por parte de los investigadores. La teoría que ellos apoyan se basa en el endemismo. Es decir, la vía marítima transahariana cambiaba su recorrido y generaba aislamientos intermitentes. Esto pudo haber creados islas acuáticas en las que se estimuló el gigantismo de las especies, ya que podían tener más recursos que no fueran compartidos y la ausencia de depredadores. Es un tipo de evolución que se ha observado previamente en especies que habitan islas terrestres. Referencias:
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