Tras la extinción de finales del Cretácico hace 66 millones de años, en la que desaparecieron la mayoría de dinosaurios, empezó la era Cenozoica. A esta era se la conoce popularmente como La Era de los Mamíferos, por ser el grupo de vertebrados dominante en los ecosistemas terrestres, que reemplazaron a los dinosaurios del Mesozoico. La fauna de mamíferos de gran tamaño que evolucionó durante el Cenozoico se conoce como Megafauna.
Durante el Cenozoico, América del Sur estaba aislado, como un gigantesco continente-isla, y evolucionaron formas autóctonas, muy características. Y entre esta fauna, la más característica es la que habitó el Pleistoceno, hasta hace alrededor de 10,000 años.
Entre los representantes de la Megafauna Sudamericana está el Megaterio, un gigantesco animal emparentado con los perezosos actuales, y al que se le suele conocer como “perezoso gigante”. Megatherium fue uno de los mayores mamíferos terrestres conocidos, llegando a pesar más de 3 toneladas y medir más de 6 metros de longitud de la cabeza a la cola. Fue el mayor de los perezosos terrestres conocidos, y estaba entre los mayores mamíferos terrestres conocidos, con un tamaño solo superado por los proboscídeos y por algunos perisodáctilos como Paraceratherium. Este género es conocido principalmente a partir de su especie más grande, M. americanum. El primer espécimen fósil de Megatherium fue descubierto en 1787 por fray Manuel Torres en la ribera del río Luján en la actual Argentina, en lo que hoy es la Provincia de Buenos Aires. El fósil fue enviado al año siguiente al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, antecesor del actual Museo Nacional de Ciencias Naturales, En este museo se conserva todavía hoy con su montaje original que, aunque se considere científicamente erróneo en la actualidad, se mantiene por su valor histórico, ya que fue el primer vertebrado fósil cuyo esqueleto fue montado y expuesto. Desde su primer descubrimiento, se han encontrado fósiles de Megatherium en diferentes zonas de América del Sur, en Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Otro gran mamífero característico de esta fauna es el Toxodon o toxodonte. Se trataba de un robusto mamífero perteneciente al grupo extinto de los notoungulados, y de porte comparable al de los rinocerontes, con un esqueleto parecido a la familia de los bóvidos y una grupa similar a la de los bisontes.
Los gliptodontes fueron gigantescos armadillos muy acorazados, con un caparazón redondeado formado por pequeñas placas de hueso que cubría incluso sus patas. Tenían acorazadas también la cabeza y la cola, que podía llegar a presentar grandes tubérculos o púas, como no se habían visto en los vertebrados terrestres desde la extinción de los dinosaurios acorazados. Podían llegar a superar los 3 metros de longitud y el metro y medio de altura, y llegar a pesar más de dos toneladas.
Las Macrauquenias fueron unos grandes mamíferos pertenecientes al orden extinto Liptoterna, con un aspecto semejante al de los camélidos, sin estar para nada emparentados con ellos, y cuyo cráneo poseía una gran fosa nasal que sugiere que pudieron tener una especie de morro o pequeña probóscide como las de los tapires. Podían llegar a los 3 metros de longitud y 2 metros de alto.
Durante la mayor parte del Cenozoico, las faunas de Sudamérica y América del Norte-Central evolucionaron de manera independiente, porque estuvieron separadas por una barrera marítima a la altura del actual Istmo de Panamá. Cuando se formó este istmo, hace unos 3 millones de años, comenzó un importante intercambio de flora y fauna en ambas direcciones, conocido como Gran intercambio biótico americano.
Fruto de este intercambio, algunas faunas sudamericanas pasaron a América del Norte, como es el caso de megaterios, gliptodontes o notoungulados. Pero también faunas norteamericanas llegaron a Sudamérica, como es el caso de los ungulados, los mastodontes gonfoterios o algunos carnívoros, como los cánidos o los félidos con dientes de sable.
Esta megafauna acabó por desaparecer. En primer lugar, por la competencia con las nuevas formas llegadas tras el intercambio, y en última instancia, por el retroceso de los glaciares y el efecto de la caza por los humanos tras llegar a este continente.
Estas faunas fueron muy populares desde su descubrimiento (de hecho los megaterios fueron muy famosos al haberse encontrado y descrito antes que los dinosaurios) e incluso los gliptodontes fueron excavados y estudiados por el mismismo Charles Darwin, quien los comparó con los armadillos actuales, a quienes consideró sus descendientes al articular su propuesta de Evolución por medio de la Selección Natural.
Cuánto tenemos que ver los humanos en su extinción aun es un tema debatido, como otros tantos temas que se siguen estudiando en la paleontología del cuaternario y los estudios de prehistoria.
Referencias:
Belinchón, M. et al. 2009. Crónicas de fósiles: las colecciones paleontológicas del Museo de Ciencias Naturales de Valencia. Ayuntamiento de Valencia.
Fariña, R.A. et al. 2013. Megafauna: Giant Beasts of Pleistocene South America. Indiana University Press.
Dantas, M.A.T. et al. 2013. About the occurrence of Glyptodon sp. in the Brazilian intertropical region. Quaternary International. 305: 206–208.
Gascó, F. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los dinosaurios. Guadalmazan.
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